2.28.2012

Uno se pregunta como preguntar...


Si de algo ha servido el tortuoso viaje por el posgrado del encantado CU, poseído por el espíritu de tantos comparsas, de tantos rebeldes y revoltosos, ha sido el aprender a preguntar. El preguntarse como preguntar, diría mi estimado maestro Héctor García Olvera, con un tono sarcástico que casi parecería burla.

Pero la cuestión no tiene nada de sarcástico. Sin más, hacemos preguntas buscando respuestas que no existen. Es por eso la importancia de saber cómo preguntar, a quién, desde dónde y para qué. Y eso es una máxima no sólo para el investigador, sino para el "preguntador" cotidiano. 

Al inicio de este sendero de posgrado académico, elaboraba preguntas al azar, como sugiriendo que yo tenía la respuesta. Obviamente nunca es así. Sí, tengo parte de la respuesta, eso es inherente al ejercicio dubitativo: si hacemos una pregunta, es por que sabemos (o queremos que por ahí llegue) la posible respuesta, aunque esta resulte en otra pregunta. (De eso, ¿no hay duda?)

Entonces es básico comprender que el hacer de las preguntas, siempre tiene una raíz de certeza (aunque sea equívoca). Esto aplica desde el intrincado ejercicio de la investigación, donde las preguntas se encuentran encaminadas a resolver cuestiones que requieren de más cuestiones, tantas que se convierten en libracos de cientos de páginas; o hasta preguntas sencillas para iniciar la conversación, como un simple ¿cómo estás?, utilizado para romper el hielo y elaborar pláticas más intrincadas. 

También es común la formulación de preguntas con una respuesta ya dada, aunque no sean la que buscamos: ¿Es el diseño un proceso productivo? La respuesta básicamente sería un rotundo sí o no; en cualquiera de los casos, la respuesta es irrefutable: la pregunta así lo requiere. 

En otras ocasiones, la pregunta puede implicar una elaboración más extensa, pero igual de truculenta: ¿Qué es el diseño? A lo que se pudiera responder que es una acción institucionalizada, una práctica encaminada a la prefiguración de un objeto que aún no ha sido fabricado. En este caso, el resultado es el mismo: ¿Cómo refutarlo? No es posible, esto se constituye como una definición, y en esos términos no tiene negación (ni argumento que lo sustente).

El encadenamiento lógico de las preguntas debe surgir desde la construcción de un argumento (y no suponerlo como ya dado). Un comienzo podría ser el preguntarse: ¿Cómo es el diseño? ¿Desde donde argumento? ¿Qué de él pienso conocer? ¿Desde que argumentos? Esto generaría la elaboración de un argumento, y aunque al final tendremos un solo discurso sobre el diseño, no será sin base alguna; se sustentará desde una justificación donde la postura es válida. 

Desde ahí, es posible construir otras preguntas, buscando explicar algún elemento más especifico de lo extenso (en este contexto, el diseño), y ya con un discurso que explica de "una" manera, desde ahí plantear otra pregunta derivada: ¿Es el producto del diseño una producción por sí sola? Por poner un ejemplo. La investigación entonces se concatena como una serie de preguntas relacionadas pero independientes, que aisladas carecen de justificación y pueden presentar contradicción. 


Entonces, ¿Cómo pregunto cómo preguntar?