11.27.2011

Creo que todo ha sido una ficción...

Desde una ventana que me atormenta con su luz cambiante y cegadora, encuentro lo generativo de la vida. No hay dolor ni pena en esta habitación podrida. Sólo el encuentro de mi ser con el modo en que creamos el mundo. Ya no hay dudas sobre ello, todo esta determinado, todo es producto de el algoritmo. Pero está tan oculto, tan bellamente maquillado, que no lo percibimos con nuestros primitivos sentidos, con nuestro rudimentario cerebro. Sólo somos parte de un mecanismo que nos utiliza como piezas sin razonamiento. Y aunque nos demos cuenta de ello, el mismo mecanismo nos enamora, nos deleita, nos pervierte. Y estamos en él, como hormigas sin voluntad, esperando la monstruosa lupa que venga a quemarnos con un rayo de luz concentrada.

Somos tan simples como el más nimio de los insectos; no importa que tan instruidos seamos, que tan perspicaces o que se nos catalogue de inteligentes. Hay un momento, una situación, que lo cambia todo. Sucumbimos ante nuestras reacciones químicas, ante lo que nos ordenan nuestros deseos más instintivos. Es ahí donde estamos de frente a nuestra insignificancia, a nuestra poca voluntad o la falsedad de nuestros conocimientos, de nuestro compromiso. Somos abejas, buscando polen y clavando aguijones suicidas a quien creemos nos va a lastimar, construyendo nuestras colmenas igual que hace miles de años, que no han cambiado por más que las adornemos.

Y mientras buscamos explicarnos esta complicación, no nos percatamos que también somos parte de ella. Encontramos datos, creamos dibujos que significan sólo una parte de la realidad, les damos valores y contamos cadáveres. Si hubiera una forma de representar aquello que jamás ha sido representado, tal vez encontraríamos la explicación, nuestra explicación.

Y mientras tanto, yo, la ficción, el mito, la mentira, sólo busco quien me crea. Busco ver con las manos, sentir con los ojos, escuchar con la lengua y oler con el oído, encontrar lo extraño en lo cotidiano. Te busco a ti, incauto. A ti, que lees estas palabras, que te confunden, que te significan un carajo o que te lo significan todo.

Créeme, por favor, o simplemente moriré en el olvido.

11.17.2011

Sinestesia "arquitectónica"




Sócrates
Que sucede, ¿por que estas ahí? Sentado, sin moverte. Sólo miras ese papel que tienes en la mano.

Arquitecto F
No lo miro, lo escucho. Escucho mis pisadas sobre un camino de grava, ese que imagine tanto tiempo en el ayer. Escucho el sonido de la puerta crujir, del agua hervir. Y también escucho los muros, esos que construí con tanta insistencia, y que ahora se derrumban ante mi en este papel.

Sócrates
¿Como es posible que escuches cuando miras? No será, que te basas en el recuerdo de lo imaginado y lo que te representa ese mugroso pedazo de papel.

Arquitecto F
No lo creo. En mi todo eso que te parece absurdo, es como percibirlo, como estar ahí. No se si tenga que ver con todos esos años que me la pase imaginando cosas que nunca se construirían, pero hoy tengo la posibilidad de escuchar este trozo, mugroso como dices, de papel.

Sócrates
¿Y que mas puedes percibir?

Arquitecto F
El sabor. Pruebo la exquisitez de esas albóndigas con caldo y arroz, de aquel pollo con crema de chile poblano. Y todo esta ahí, adherido a estas imaginarias paredes, a esta cocina que nunca se construirá, a ese bello comedor que nunca tendré derecho de habitar.

Sócrates
Se me hace sumamente increíble que te sea tan fácil pasar el tiempo pensando en algo que nunca fue, que nunca ha sido, que nunca será. Y mas increíble se me hace el creer que puedes escuchar y probar, a través de los ojos. Por que eso es lo que me estas diciendo.
Arquitecto F
No sólo eso. Puedo sentir a través de los ojos. Puedo verme con calor en una tarde de verano en mi habitación. Siento el agua tocar mi espalda en la regadera, y la temperatura agradable de primavera en el gran pasillo empedrado del acceso.

Sócrates
Pero ¿no piensas que al estar ahí, sentado, imaginando que lo imaginario existe, que lo escuchas, que lo pruebas, que lo sientes, te separas de la percepción tangible, esa que compartes con todos los demás humanos?

Arquitecto F
No. Esto se volvió tan vívido, tan variado y tan perceptible que se erige como mi realidad, como la manera en que me relaciono con los humanos. Fuera de mi imaginación, todo es tan irreal. Lo aborrezco. Prefiero las sensaciones que me produce mi pequeña casa imaginaria, aunque sé, que solo soy yo y mis pensamientos.

11.07.2011

La ventana




Me desperté con el pensamiento de que sería un día como cualquier otro; tenía apetito de rutina. Nada más distante de lo que me esperaba. Ahí estaba esa maldita ventana de nuevo, donde no debiera. Esto ya es tan común que no se por que me molesto tanto. Al abrir los ojos supe que algo no estaba bien, simplemente la luz incidía de una manera extraña. Esto ya me había pasado hace algunos años, pero ahora es cosa de todos los días.

El hecho es que la ventana no está donde solía estarlo; ahora se encuentra a mi lado derecho, cuando toda la vida ha estado al izquierdo. La puerta también se ha movido, como burlándose de mí, recordándome que al parecer ya no tengo memoria. Lo curioso es sin duda, que cada mínimo detalle, cada sencillo objeto es tal como lo recuerdo: está mi pequeño cactus, los retratos de esa mujer que tanto significa para mí y el libro que comencé a leer la semana pasada.

Es sólo que los muros, la puerta, la ventana y la colocación de todo no concuerda. Son los mismos muros, los mismos colores, los mismos objetos, la misma puerta y la misma ventana, pero nada está donde debería. Siento como si mi vida se reconstruyera a diario. No puedo encontrar las cosas cuando lo deseo, e incluso si lo hago, están en lugares donde no me gusta que estén.

Como quisiera que esto cediera, que las cosas dejaran de moverse. Recuperar los pequeños detalles de mi vida y no despertar día con día en lugares que no recuerdo. Ya no soy el habitante de estas paredes, de esta ventana. Soy su simple usuario, que consume la habitación sin voluntad alguna. Ya no me identifico con este lugar.

Por lo menos tengo el consuelo de que aunque todo se genera aleatoriamente, yo y los objetos que me poseen somos constantes: todo se mueve, pero nunca falta nada. Pero a pesar de saber que no pierdo mis objetos a diario, es tan difícil saber quien soy en estos días.