11.07.2011

La ventana




Me desperté con el pensamiento de que sería un día como cualquier otro; tenía apetito de rutina. Nada más distante de lo que me esperaba. Ahí estaba esa maldita ventana de nuevo, donde no debiera. Esto ya es tan común que no se por que me molesto tanto. Al abrir los ojos supe que algo no estaba bien, simplemente la luz incidía de una manera extraña. Esto ya me había pasado hace algunos años, pero ahora es cosa de todos los días.

El hecho es que la ventana no está donde solía estarlo; ahora se encuentra a mi lado derecho, cuando toda la vida ha estado al izquierdo. La puerta también se ha movido, como burlándose de mí, recordándome que al parecer ya no tengo memoria. Lo curioso es sin duda, que cada mínimo detalle, cada sencillo objeto es tal como lo recuerdo: está mi pequeño cactus, los retratos de esa mujer que tanto significa para mí y el libro que comencé a leer la semana pasada.

Es sólo que los muros, la puerta, la ventana y la colocación de todo no concuerda. Son los mismos muros, los mismos colores, los mismos objetos, la misma puerta y la misma ventana, pero nada está donde debería. Siento como si mi vida se reconstruyera a diario. No puedo encontrar las cosas cuando lo deseo, e incluso si lo hago, están en lugares donde no me gusta que estén.

Como quisiera que esto cediera, que las cosas dejaran de moverse. Recuperar los pequeños detalles de mi vida y no despertar día con día en lugares que no recuerdo. Ya no soy el habitante de estas paredes, de esta ventana. Soy su simple usuario, que consume la habitación sin voluntad alguna. Ya no me identifico con este lugar.

Por lo menos tengo el consuelo de que aunque todo se genera aleatoriamente, yo y los objetos que me poseen somos constantes: todo se mueve, pero nunca falta nada. Pero a pesar de saber que no pierdo mis objetos a diario, es tan difícil saber quien soy en estos días.

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