7.04.2011

Construcción o destrucción

Uno de los principales argumentos que se pueden encontrar en la relación de lo que comúnmente se entiende como naturaleza y arquitectura, es la tan difundida arquitectura sostenible o "sustentable" (término inexistente en la RAE y de acuñación en el idioma anglosajón), amigable con el medio donde es edificada.

Pero, ¿es realmente válido pensar en una arquitectura, en su faceta constructiva, que sea benéfica para el hábitat que la rodea, cuando lo que esta busca es precisamente constituirse como un hábitat incrustado, independiente y nuevo con respecto en el cual se ubica?

Pienso que el arquitecto diseñador que pretenda utilizar adjetivos como el de sostenible, debería de tener en cuenta que la única arquitectura que cumple con esas características (para el contexto físico donde se edifica) es aquella que no modifica en absoluto ese contexto. Y esto creo, hasta donde alcanzan mis entendimientos, no existe.

Es bajo esta somera reflexión que pienso que la búsqueda de lo sostenible se convierte, por parte del diseñador, en una suma de elementos que se le agregan a la producción del arquitecto, pero que sólo son eso, elementos adosados.

¿Es entonces lo sostenible labor directa del arquitecto? ¿O nos encontramos ante un problema que supera los alcances de la arquitectura?

Creo que la respuesta a esta última pregunta, con riesgo a equivocarme y no concordar con millones de entusiastas en el tema, es que sí supera la labor arquitectónica. La arquitectura no podrá ser sostenible, hasta que nuestro contexto cultural lo sea, y esto atañe directamente en la labor del diseñador.

No se trata entonces de buscar soluciones verdes, de esas en las que se incrusta tecnología nueva en la tradicional manera de construir, sino de modificar esa concepción misma del hacer del arquitecto, dirigiéndola hacia nuevas propuestas que lo modifiquen y no sólo parchen esa vieja postura.

Es a este respecto, que la arquitectura, y toda la cultura humana, se constituye ya por sí sola como una naturaleza. La labor de los diseñadores (de los distintos campos de este, no sólo del arquitectónico) es tomar en cuenta esas esferas naturales en la que su labor se encuentra inmersa, y tratar de que convivan entre ellas.

La labor del arquitecto diseñador para con el lugar donde pretende producir un hábitat nuevo, debe estar consciente de sus propiedades destructivas, pero no en un sentido de resignación, sino en un sentido de conciencia y de búsqueda de alternativas; no para rescatar la naturaleza primigenia y existente, esa que excluye lo humano, sino para promover las herramientas (ya sea mediante la utilización de la vegetación o la tecnología) que propicien nuevos elementos naturales que favorezcan una pervivencia más adhoc con las condiciones preexistentes a la cultura humana.

O tal como dice Café Tacuba, esa fea relación de acción, construcción, destrucción, que dice lo mismo que pretendo argumentar, pero en menos palabras.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi perspectiva, alcanzo a forjar (ahora) una idea que concilia dos posiciones opuestas, en primer lugar, el que cualquier afirmación de construcción o destrucción se puede clasificar como natural o artificial, si se reconoce que participan en el entramado ambiental que nos permite ser, como especies diversas, incluso, como "materias primas" variadas, pero con base común, elemental y en completa interacción, y en segunda instancia, que nuestro primer inconveniente puede estar en esa noción de lo exterior, como si el mundo fuera aparte de nosotros, precepto que establece los puntos de apoyo en nuestro uso de algo que no es aparte, aunque así se "perciba", o algo que está ahí para nuestro beneficio, porque "así es", y que al reparar en ello, el propio Martin Heidegger señalaba, no por ser un filósofo mediatizado parcialmente, sino por lo que subyace en esa propuesta discursiva, el desapego con nuestra presencia con todo eso que nos parece lo otro, el resto.

Anónimo dijo...

Por cierto, y para vincular estas reflexiones con un producto mediático reciente, recomiendo la película del director Lars Von Trier, Melancholia, en ese ánimo que permite comprender los límites, absurdos, inconsistencias y legítimos puestos discursivos que se agotan ante la develación de nuestra condición ambiental singular, frágil, dicho sea de paso.

Melancholia (2011)
http://www.imdb.com/title/tt1527186/